De entre los niños que jugabamos con LEGO salieron muchos arquitectos. Hace unos años, uno de ellos, Adam Reed Tucker, decidió construir sus edificios favoritos con los famosos ladrillos de plástico."Quería expresar la complejidad de la ingeniería que hay detrás de un rascacielos pero suavizando esa naturaleza intimidatoria que tiene la arquitectura para la mayoría de la gente", explica Reed en la web de su compañía, Brickstructures.
A LEGO le encantó la idea y desde 2010 comercializa estas mini obras maestras contemporáneas, siete de las cuales se venden España por entre 90 y 20 euros el pack, que incluye un dossier sobre el edificio. Para el lanzamiento, la juguetera ha contactado con siete arquitectos patrios que opinan sobre cada uno de los edificios y sobre el juguete que les marcó profesionalmente. Os dejo con las maquetas y con algunos de sus comentarios, para leer el documento completo, pincha aquí.
(Fuente: El País)
EL EMPIRE STATE BUILDING y el punto de vista de CARLOS RUBIO CARVAJAL
El Empire State Building, protagonista de numerosas
películas, es el edificio más famoso y querido de Nueva York, su rascacielos
más alto y su imagen más emblemática. Situado en Manhattan, entre la 5ª Avenida
y las calles 33th y 34th, ocupa el solar de casi una hectárea en el que estuvo
ubicado el primer hotel Waldorf Astoria.
Sus obras se
iniciaron el 22 de enero de 1930 y duraron un año y cuatro meses, llegando a
alcanzar una velocidad de construcción de 5 plantas por semana, todo un record
para el que durante cuatro décadas fue el edificio más alto del mundo.
Inaugurado el 1 de mayo de 1931 por el entonces presidente de los Estados
Unidos Herbert Hoover, su record duró hasta la finalización de la torre norte del
World Trade Center. En septiembre de 2001, la destrucción de las Torres
Gemelas, le convirtió de nuevo en el edificio más alto de la ciudad de Nueva
York y el segundo más alto de Estados Unidos por detrás de la torre Sears de
Chicago. En 1986 fue designado Monumento Histórico Nacional.
Diseñado por William F. Lamb, de la firma de arquitectos
Shreve, Lamb and Harmon, fue financiado por John J. Rackob y Pierre S. du Pont,
altos ejecutivos de la General Motors que pugnaron con Walter Chrysler,
propietario de la corporación Chrysler, por levantar el edificio más alto del
mundo. El Empire State superó los 319 metros de altura del Chrysler Building arrebatándole
un record mundial que sólo pudo ostentar durante once meses. Con 102 plantas y
443 metros de altura (381 metros más 62 de antena) el Empire pasó rápidamente a
convertirse en el nuevo símbolo de Nueva York. El mástil de su antena se
proyectó como amarre de dirigibles, idea que fue descartada por su extrema
peligrosidad.
El edificio, el segundo mayor complejo de oficinas de
América después del Pentágono, dispone de una superficie alquilable de 200.000
metros cuadrados que son ocupados diariamente por casi 20.000 empleados. Su
terraza al aire libre en la planta 86, a 320 metros de altura sobre la 5ª Avenida,
ofrece una impresionante vista de 360º sobre la ciudad, siendo uno de los más populares
observatorios del mundo que ya ha sido visitado por más de 110 millones de personas.
El Empire State pertenece al estilo Art
Decó por su carga ornamental o decorativa, estilo al que pertenecen algunos
de los más bellos rascacielos de Nueva York y que prácticamente nace y muere
con la Gran Depresión del año 29, tras finalizarse su construcción y la del Chrysler
Building. El impresionante conjunto del Rockefeller Center iniciado en 1929, constituye
una excepción extraordinaria al tiempo que marca el final de un estilo.
Rascacielos y siglo XX son dos términos que van
necesariamente unidos. El rascacielos representa la conjunción de todas las
tecnologías del siglo, constituyendo un fenómeno arquitectónico de primer orden
que configura el perfil de cada vez más ciudades. Su construcción sigue
captando y provocando el máximo interés, así como preocupando y desconcertando
tanto a teóricos y críticos como a arquitectos, pues estos edificios de gran
altura siguen representando lo mejor y lo peor de nuestro tiempo.
Espero que esta iniciativa de Lego se extienda al mayor
número de edificios emblemáticos posible y nos permita seguir disfrutando con
las pequeñas y precisas piezas con las que todos hemos construido los sueños de
nuestra infancia. Coleccionar estos modelos nos va a permitir seguir
disfrutando, por mucho tiempo, con Lego y la arquitectura.
Carlos Rubio Carvajal
Madrid.
Octubre 2011
